Con o sin zombies...
A los pocos dias de escribir el posteo anterior, me vi envuelta en un hecho bastante surrealista en mi condominio.
Un tipo joven, hijo de una arrendataria, salió furioso junto a su mamá porque, según él, el conserje había negado que ella estuviera en casa y no había dejado pasar a las invitadas que tenía para su cumpleaños.
El tipo debe haber estado drogado, por la violencia con que actuó y por los gritos que daba.
Espectadores mudos éramos dos viejitos con los que siempre converso y yo.
De pronto, veo pasar una patada feroz frente a mí y volar los lentes del conserje al sentir el golpe en el mentón.
Uno de los viejitos se puso de pie y trató de apartar al tipo. Cuando vi que podía pegarle me paré, enfrenté al tipo y empecé a caminar mientras le hablaba para arrinconarlo en la pared.
Ya no recuerdo qué le dije, solo palabras sueltas, pero terminó tratándome de usted, pidiéndome disculpas por lo que había hecho y entrando con su mamá, que lloraba a mares como una estúpida, al departamento.
Dos cosas saqué como moraleja de esto:
-Si no crías bien a tus hijos, aunque llores y te lamentes, nadie te va a ver como una víctima. El que el chico sea malo, siempre es tu culpa.
-Sarah Connor no es nada al lado mío! Ahora sí que puedo asegurar que si corrí para ayudar a un viejito que nada tiene que ver conmigo, voy a volar si veo a Eddie en peligro....
Dios, de que forma tuve que aprender que no debo dudar de mí...
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