Y más recuerdos...

Hoy vi los saludos de Princess Ollie en mi blog y recordé que ella estuvo en medio del sacudón de la semana pasada, que terrible.
Lo peor de los temblores es que no tienes donde arrancar porque tiembla en todas partes y esa sensación de inseguridad es lo peor.
Cuando pasó lo del norte, inmediatamente empezaron los comentarios entre los amigos "¿se acuerdan del terremoto del 85. En qué estaban cuando pasó?
Yo tengo recuerdos claros de esa época, porque tenía 7 años, pero la mayoría de mis amigos son menores, por ende no recuerdan nada, o casi nada, y todo lo que tienen son los comentarios de los papás y los primos.
Yo ahora hago uso de esos recuerdos y les cuento mi historia:

Recuerdo que cuando comenzó a temblar, mi abuela se dio cuenta y le dijo a mi mamá que sacara a mi hermano, de dos meses, de la cuna. Como mi mamá no sentía nada, no hizo caso (debo decir que mi abuela siempre ha tenido temblores propios) y mi man sacó a mi hermano de la cuna en el momento justo que un maniquí caía sobre el moisés.
Mi mamá salió corriendo tras mi Man, que rezaba y no soltaba a mi hermano, y llegaron a la cocina, donde vino el gran remezón. Yo, por mi parte, no había sentido nunca un temblor y caminaba por el pasillo agarrándome de las murallas para no caerme, junto a una cliente de mi mamá que estaba embarazada de 7 u 8 meses.
Cuando llegué a la cocina, detrás de mi mamá, el caos era tremendo. Las tazas estaban colgadas de clavitos en el mueble, así que sonaban y sonaban sin cesar. Mi mamá solo repetía: "mami, tranquila, páseme al niño". Mi hermano se rajaba llorando y mi Man se golpeaba el pecho mientras gritaba "acabo de mundo, por mi culpa, por mi culpa, por mi gran culpa".
Fue mientras veía esto que la tierra se remeció como si quisiera sacudirse las casas y todo lo que tenía encima, yo solo atiné a cerrar los ojos y gritar...
Cuando volví a abrirlos, mi mamá tenía a mi hermano, mi Man estaba llorando y yo estaba abrazada a la guatita de la cliente de mi mamá como si fuera una tabla de salvación.
Rápidamente fuimos a ver los destrozos que pudiera haber. Yo veía a mi mamá muy calmada haciendo las cosas e imité la misma actitud, andaba como autómata ordenando y revisando las ventanas y las cosas que habían caído. La cuenta me la pasó el cuerpo después, porque con 7 años no supe canalizar el miedo ni el stress que sentí, así que me dio fiebre y no pude dormir bien en toda la noche.
Mi prima pasó el terremoto en la calle, con su mamá. Dice que los cables sacaban chispas y el pavimento hacía olas mientras ellas corrían para llegar luego a la casa...
Es un recuerdo tremendo, que todavía me hace palidecer cuando tiembla. Sin embargo, sigo con la misma actitud autómata que adopté a los 7 años, reviso que las puertas estén abiertas, que las cosas delicadas no se caigan y que todos estén tranquilos y seguros. Claro que después, después el cuerpo vuelve a pasarme la cuenta...