El camafeo...
Uf!
Por fin algo de tiempo. Mucho que hacer en la oficina, no tengo computador en la casa y el tiempo escasea para hacer lo que a uno le gusta... Pero por fin pude darme un tiempo para escribir.
Esta mañana, mientras odiaba la alarma de mi celular, pensaba en como ordenar mi día y ansiaba algo más de descanso, sentía el cuerpo pesado y me dije "claro, si ya no tengo 15 como pa' saltar de la cama" Ahí me di cuenta que no tengo asumido que tengo 28 años, no creo dentro de mí tener esa edad, soy demasiado regalona para aceptarlo.
Tengo una pareja, pero me porto como niña, trabajo y rindo, pero por dentro añoro la leche con plátano, el pan tostado, los tres meses de vacaciones, las viejas de: historia, matemáticas, física, economía, etc...
Añoro los fines de semana con olor a verano, transpirando mientras me comía un durazno, secándome el sudor con la manga de la polera, sin preocuparme (como ahora) de lavar, ansío sentir de nuevo el olor del OMO en mis sábanas, ansío confiar...
Era todo tan simple, tenías amigos, amigos de verdad, no de esos que te buscan para después engrupirte o sicopatearte, no importaba si al subirte a un árbol se te veian los calzones, entre tus piernas había algo que a ninguno de tus amiguitos les interesaba, te podías bañar desnuda en el río sin causar un escándalo de proporciones...
Podías confiar cuando dormías con un amigo porque ambos iban a dormir, te bañabas con ellos y daba lo mismo quien tenía pene y quien no, y lo mejor de todo: nadie tenía pechos.
Recuerdo que cuando niña me miraba al espejo desnuda ( mi mamá es modista y tenía un maravilloso espejo de cuerpo entero ) y mi cuerpo era delgadito, pero perfecto. A mis ojos, mi cuerpo era hermoso, no había celulitis ( si había yo no tenía idea de lo que era ) ni rastros de adultez, no me preocupaba el tener pelos en los brazos ( si, pelos ) ni que mis cejas fuesen demasiadas.
Pero como en la vida nada es constante, ese estado cambió y se acabó con ello la confianza. Ya los amigos no te miraban como antes, ahora era flaca "pero sin gracia"... El pudor nació con las primeras bromas y la conciencia de que no era perfecta comenzó a llenar mi vida, los rasgos adultos se dibujaban como una caricatura, algo mal hecho, que es lo que pasa siempre en la adolescencia...
Ahora no podía andar desnuda frente a mis amigos, nunca aprendí a usar falda como una señorita y aquello entre mis piernas que, hasta hace un año, era solo un hermoso camafeo de proporciones perfectas, parecía cambiar violentamente a algo prohibido, que no podía ser mirado ni tocado. Ya no era perfecto, ya no era hermoso.
La transformación de mi cuerpo y mi paso de niña a mujer dejaron huellas que han sido imborrables y de las que ya he hablado en posteos anteriores
y una de las cosas difíciles ha sido la aceptación de que ya no me ven más como una niña, aunque en el fondo a veces me sienta así. Ya no hay más duraznos con poleras transpiradas, no más tres meses de vacaciones ni vieja de matemáticas, no más veranos subiendo a los árboles sin preocuparme de que me miren y no más abuelitas que pasan regalando fruta a sus nietos postizos, solo esta nueva etapa que, aunque hermosa (tener mi casa ha sido una de las grandes cosas que he vivido) no ha podido despegarme de esa añoranza de tiempos pasados...
Por fin algo de tiempo. Mucho que hacer en la oficina, no tengo computador en la casa y el tiempo escasea para hacer lo que a uno le gusta... Pero por fin pude darme un tiempo para escribir.
Esta mañana, mientras odiaba la alarma de mi celular, pensaba en como ordenar mi día y ansiaba algo más de descanso, sentía el cuerpo pesado y me dije "claro, si ya no tengo 15 como pa' saltar de la cama" Ahí me di cuenta que no tengo asumido que tengo 28 años, no creo dentro de mí tener esa edad, soy demasiado regalona para aceptarlo.
Tengo una pareja, pero me porto como niña, trabajo y rindo, pero por dentro añoro la leche con plátano, el pan tostado, los tres meses de vacaciones, las viejas de: historia, matemáticas, física, economía, etc...
Añoro los fines de semana con olor a verano, transpirando mientras me comía un durazno, secándome el sudor con la manga de la polera, sin preocuparme (como ahora) de lavar, ansío sentir de nuevo el olor del OMO en mis sábanas, ansío confiar...
Era todo tan simple, tenías amigos, amigos de verdad, no de esos que te buscan para después engrupirte o sicopatearte, no importaba si al subirte a un árbol se te veian los calzones, entre tus piernas había algo que a ninguno de tus amiguitos les interesaba, te podías bañar desnuda en el río sin causar un escándalo de proporciones...
Podías confiar cuando dormías con un amigo porque ambos iban a dormir, te bañabas con ellos y daba lo mismo quien tenía pene y quien no, y lo mejor de todo: nadie tenía pechos.
Recuerdo que cuando niña me miraba al espejo desnuda ( mi mamá es modista y tenía un maravilloso espejo de cuerpo entero ) y mi cuerpo era delgadito, pero perfecto. A mis ojos, mi cuerpo era hermoso, no había celulitis ( si había yo no tenía idea de lo que era ) ni rastros de adultez, no me preocupaba el tener pelos en los brazos ( si, pelos ) ni que mis cejas fuesen demasiadas.
Pero como en la vida nada es constante, ese estado cambió y se acabó con ello la confianza. Ya los amigos no te miraban como antes, ahora era flaca "pero sin gracia"... El pudor nació con las primeras bromas y la conciencia de que no era perfecta comenzó a llenar mi vida, los rasgos adultos se dibujaban como una caricatura, algo mal hecho, que es lo que pasa siempre en la adolescencia...
Ahora no podía andar desnuda frente a mis amigos, nunca aprendí a usar falda como una señorita y aquello entre mis piernas que, hasta hace un año, era solo un hermoso camafeo de proporciones perfectas, parecía cambiar violentamente a algo prohibido, que no podía ser mirado ni tocado. Ya no era perfecto, ya no era hermoso.
La transformación de mi cuerpo y mi paso de niña a mujer dejaron huellas que han sido imborrables y de las que ya he hablado en posteos anteriores
y una de las cosas difíciles ha sido la aceptación de que ya no me ven más como una niña, aunque en el fondo a veces me sienta así. Ya no hay más duraznos con poleras transpiradas, no más tres meses de vacaciones ni vieja de matemáticas, no más veranos subiendo a los árboles sin preocuparme de que me miren y no más abuelitas que pasan regalando fruta a sus nietos postizos, solo esta nueva etapa que, aunque hermosa (tener mi casa ha sido una de las grandes cosas que he vivido) no ha podido despegarme de esa añoranza de tiempos pasados...
1 Comments:
A todos nos ha pasado verito a todos. Sólo que algunos tenemos la capacidad de reirnos de nuestros propios defectos y eso, ciertamente, lo hace ,más llevadero.
El comprender que no somos perfectos nos hace cada vez más perfectos.
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