No recuerdo el nombre...

Este cuento también lo escribí hace tiempo , la verdad es que el nombre que le puse no lo recuerdo, Debe estar escrito en alguna parte acumulando polvo como tantos otros escritos que tengo guardados.
Queda a vuestra disposición, es muy personal, espero que les guste.

Tenía las alas rotas, pero ya no lo notaba, estaba acostumbrado al dolor. Quizás lo más molesto era el no poder abrirlas completamente, el sentir que se ahogaba cada vez que intentaba abrir las alas, como si estuviera en un lugar demasiado estrecho o como si sus alas absorbieran todo el oxigeno que le rodeaba cuando intentaban expandirse.
Alguna vez fueron hermosas alas plateadas, con plumas brillantes y firmes, ahora eran solo la sombra de aquel hermoso espectáculo, como cáscaras secas, velas rotas de un barco que quiso zarpar y nunca lo hizo.
Pese a todo su porte era imponente, a pesar a su ajada belleza resaltaba entre los demás y hacía que los menos fuertes bajaran la mirada ante su presencia. Nadie podía negar su belleza y su valor, aunque ahora tuviera las alas rotas, aunque ahora no pudiera volar.
Pero no le servía. Algo dentro le quemaba y sentía la necesidad de expandir sus alas aunque fuera una última vez. Estaba decidido a hacer un último esfuerzo, sabía que podría costarle caro, pero tenía que intentarlo, una última vez...
Para que ella pudiera verlo.
Se acercó al borde del acantilado que marcaba el fin del paraíso y sonrió mientras abría sus alas. En un esfuerzo supremo las extendió totalmente, tratando de no pensar en el dolor ni en la falta de oxígeno. Las viejas astillas se clavaban en sus pulmones mientras los vestigios de sus alas se expandían como un fantasma de lo que fue su antigua grandeza. Superado por el esfuerzo se desvaneció y cayó al vacío...

...La muchacha miró al cielo y vio caer una estrella fugaz, la más brillante de esa noche. Llena de ilusión, cerró sus ojos y pidió un deseo...