jingle bells, jingle bells...
Y se nos viene encima fin de año con todas sus fiestas, reconciliaciones varias, sacadas de cuenta y sacadas en cara. Sé que puede sonar un poco apresurado decirlo así, pero apenas pasa el 18 se nos tapa el horizonte con telarañas y calaveras por halloween para después recibir al viejo pascuero con su carga de rojos, verdes, nieve falsa y gente muriendo de calor.
"Son quince, son veinte, son treinta..." Gran tema que parace tomar sentido solo en estas fechas y que es el himno del año nuevo, cuando dejamos todo atrás para comenzar de cero (en rigor esto es de palabra, porque no conozco a nadie que le haya cambiado radicalmente la vida una noche de año nuevo, más allá de una resaca que no se olvida y una noche que no se recuerda, no hay nada muy memorable)
Pero lejos, lo mejor, son las fiestas de empresa que se dan cada año.
Son las mismas personas, solo algunas caras nuevas, y se repiten los mismos regalos, los mismos gritos, las mismas tallas, pero todos reaccionan como si fuese la primera vez que las escuchan. Es el momento en que gerente y junior son iguales y en que hasta soporte técnico tiene la oportunidad de dejar a un cliente en espera para gozar de la fiesta...
Se juega al amigo secreto y si tienes la suerte de tocarle a alguien de la gerencia te aseguras un buen copete si eres hombre o un bonito acesorio si eres mujer. Los regalos se reparten entre carcajadas y chistes internos que solo entienden quienes los tiran y que hacen que más de uno se sonroje. Si hubo algún matrimonio durante el año, caen todos los que fueron a las despedidas de soltero, con tallas de antologia que hacen desear el haber estado allí...
Ahhhh, fin de año, son todos iguales, pero todos tan distintos...
"Son quince, son veinte, son treinta..." Gran tema que parace tomar sentido solo en estas fechas y que es el himno del año nuevo, cuando dejamos todo atrás para comenzar de cero (en rigor esto es de palabra, porque no conozco a nadie que le haya cambiado radicalmente la vida una noche de año nuevo, más allá de una resaca que no se olvida y una noche que no se recuerda, no hay nada muy memorable)
Pero lejos, lo mejor, son las fiestas de empresa que se dan cada año.
Son las mismas personas, solo algunas caras nuevas, y se repiten los mismos regalos, los mismos gritos, las mismas tallas, pero todos reaccionan como si fuese la primera vez que las escuchan. Es el momento en que gerente y junior son iguales y en que hasta soporte técnico tiene la oportunidad de dejar a un cliente en espera para gozar de la fiesta...
Se juega al amigo secreto y si tienes la suerte de tocarle a alguien de la gerencia te aseguras un buen copete si eres hombre o un bonito acesorio si eres mujer. Los regalos se reparten entre carcajadas y chistes internos que solo entienden quienes los tiran y que hacen que más de uno se sonroje. Si hubo algún matrimonio durante el año, caen todos los que fueron a las despedidas de soltero, con tallas de antologia que hacen desear el haber estado allí...
Ahhhh, fin de año, son todos iguales, pero todos tan distintos...