Un buzón vacío...
Parada frente a su portón, Alicia contempla la calle y espera. Su casa es hermosa, grande, con un portón de madera vieja y olorosa y un buzón amarillo que nunca recibe nada, pero siempre tiene su interior limpio para las cartas que no llegarán.A veces se siente tan sola...
De pronto, en la esquina, ve venir un auto. Alicia sonríe y entra apurada a ordenar las pocas cosas que están en la mesa. La taza de té a medio beber es la única testigo de su alegría y alcanza a dejarla en la cocina cuando todos entran.
Conversan entre ellos y la casa se llena de los sonidos que tanto adora.
Escucha que la llaman y preguntan por ella, se apura en volver al comedor y contestar para que no crean que se ha ido...
Sofía apagó la radio y retrocedió la cinta. Al presionar play, se escuchó la voz de Carlos preguntando:
-Alicia, ¿estás aquí? Dinos ¿cómo estás?
Luego de 4 segundos de ruido blanco, se oyó la distorsionada voz que contestaba:
-Aquí estoy, bien y feliz de que hayan vuelto...
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