No hay lugar como el hogar...
Sintió un cascabeleo junto a su ventana y abrió los ojos. Solo vio el cielo y las ramas que suavemente se agitaban con el viento primaveral. Suspiró.
El cascabel sonó otra vez, más cerca, pero Martin no quiso abrir los ojos, ahora que estaba seguro de lo que había escuchado.
-No abras los ojos- Se dijo –Si piensa que estás dormido quizás se vaya.-
-Martin- Escuchó suavemente a su lado –Martin, no insistas, abre los ojos, necesito hablarte.-
La dulce voz de Lucy, su mujer, sonaba como música en sus oídos. La tibia brisa traía el aroma de su pelo y con los ojos cerrados podía ver nuevamente su hogar y la dulce sonrisa de ella, esperándole en la puerta como lo hizo cada tarde durante 47 años.
-No lo escuches, Martin, solo sigue con los ojos cerrados.-
-Somewhere, over the rainbow, up and high. There’s a land that I heard of once in a lullaby…
Aquella canción… la que Lucy cantaba para no sentirse sola cuando él se iba. La vio, cantando en el comedor, con su vestido rosa y dando vueltas mientras le sonreía.
Entonces sintió su suave respiración a su lado, el dulce aroma de su piel y un suave beso en la frente, no pudo aguantar la tentación…
Abrió los ojos, buscándola en la pieza y se maldijo por ceder a su impulso, porque solo vio a los pies de su cama lo que tanto trató de evitar: Aquel maldito gato.
El animal le miró y se enrolló junto a él. Traía el aroma de Lucy en su pelaje, comenzó a lamerse y la campana del cuello sonó otra vez.
-Es hora, Martin.-
El gato abrió sus verdes ojos y maulló esa frase con la voz dulce de su esposa muerta.
-¿Por qué usas a Lucy para llevarme contigo?
-No la uso, soy ella.-
-Pero si eres un animal.-
-¿Acaso crees que me visto de gato y te engaño con esta voz para llevarte? Sería un truco muy barato, dulzura…
Martin sonrió, con lágrimas en los ojos.
-Haz venido por mí… es tan hermoso volver a escucharte, mi amor.-
-Solo déjate llevar, yo te esperaré al final del camino para que estemos juntos por siempre…-
Martin se tendió y cerró los ojos, recordando una vez más su comedor mientras Lucy cantaba….
"Somewhere over the rainbow, skies are blue, and the dreams that you dare to dream really do come true…"
Las enfermeras taparon con suavidad el rostro del anciano, que aún sonreía.
-Es el cuarto que muere este semestre desde que apareció ese gato, ¿crees que tenga algo que ver?-
-No lo sé- contestó la otra –No me imagino a la parca disfrazada de gato para venirlos a buscar.-
-Sí, tienes razón, que idea tonta.-
Mientras conversaban, en su cuarto Cristina se sentó en la cama, asombrada. Frente a ella, un hermoso gato maullaba con la voz de Fred, su único hijo.
-Mamá, ven conmigo, ya es hora de partir…
¿Y si fuera eso lo que ocurre cada vez que Oscar llega al geriátrico?...
El cascabel sonó otra vez, más cerca, pero Martin no quiso abrir los ojos, ahora que estaba seguro de lo que había escuchado.
-No abras los ojos- Se dijo –Si piensa que estás dormido quizás se vaya.-
-Martin- Escuchó suavemente a su lado –Martin, no insistas, abre los ojos, necesito hablarte.-
La dulce voz de Lucy, su mujer, sonaba como música en sus oídos. La tibia brisa traía el aroma de su pelo y con los ojos cerrados podía ver nuevamente su hogar y la dulce sonrisa de ella, esperándole en la puerta como lo hizo cada tarde durante 47 años.
-No lo escuches, Martin, solo sigue con los ojos cerrados.-
-Somewhere, over the rainbow, up and high. There’s a land that I heard of once in a lullaby…
Aquella canción… la que Lucy cantaba para no sentirse sola cuando él se iba. La vio, cantando en el comedor, con su vestido rosa y dando vueltas mientras le sonreía.
Entonces sintió su suave respiración a su lado, el dulce aroma de su piel y un suave beso en la frente, no pudo aguantar la tentación…
Abrió los ojos, buscándola en la pieza y se maldijo por ceder a su impulso, porque solo vio a los pies de su cama lo que tanto trató de evitar: Aquel maldito gato.
El animal le miró y se enrolló junto a él. Traía el aroma de Lucy en su pelaje, comenzó a lamerse y la campana del cuello sonó otra vez.
-Es hora, Martin.-
El gato abrió sus verdes ojos y maulló esa frase con la voz dulce de su esposa muerta.
-¿Por qué usas a Lucy para llevarme contigo?
-No la uso, soy ella.-
-Pero si eres un animal.-
-¿Acaso crees que me visto de gato y te engaño con esta voz para llevarte? Sería un truco muy barato, dulzura…
Martin sonrió, con lágrimas en los ojos.
-Haz venido por mí… es tan hermoso volver a escucharte, mi amor.-
-Solo déjate llevar, yo te esperaré al final del camino para que estemos juntos por siempre…-
Martin se tendió y cerró los ojos, recordando una vez más su comedor mientras Lucy cantaba….
"Somewhere over the rainbow, skies are blue, and the dreams that you dare to dream really do come true…"
Las enfermeras taparon con suavidad el rostro del anciano, que aún sonreía.
-Es el cuarto que muere este semestre desde que apareció ese gato, ¿crees que tenga algo que ver?-
-No lo sé- contestó la otra –No me imagino a la parca disfrazada de gato para venirlos a buscar.-
-Sí, tienes razón, que idea tonta.-
Mientras conversaban, en su cuarto Cristina se sentó en la cama, asombrada. Frente a ella, un hermoso gato maullaba con la voz de Fred, su único hijo.
-Mamá, ven conmigo, ya es hora de partir…
¿Y si fuera eso lo que ocurre cada vez que Oscar llega al geriátrico?...