Mamá...
Recuerdo el aroma de mi mamá.
Ese olor dulce y suave que ahora reconozco en mi piel y que me remonta a años inocentes, llenos de sueños y de noches acurrucada entre sus brazos.
Mi heroína. Quien me salvaba del monstruo del closet y de la sed que sentía a las 3 de la mañana.
La más paciente. Que se quedaba despierta mientras yo trataba de tomarme exactamente media pastilla cuando estaba enferma y demoraba media hora en dar con la dosis.
Mi gran amiga. Que siempre escuchó sin reclamar todos mis rollos y mis historias de eternos amores platónicos.
Tantas historias que llenaron mi niñez.
Y no sé en qué momento dejó de ser mi mamá, no sé cuándo fue la primera vez que la vi frágil y los papeles cambiaron, solo sé que ahora la quiero más que antes y trato de cuidarla tanto como me lo permiten mis medios. Que me vuelvo loca si veo que lo pasa mal y trato de evitar que se caiga, literal y metafóricamente, porque me parte el alma verla llorar.
Hay cosas que las mamás siempre saben, pero me pregunto ¿sabrá todo lo que trato de transmitirle cuando la abrazo y le digo "te quiero"?
Mi mamá, tan frágil, tan fuerte, tanta pasión contenida en 1.40 de estatura...
Te quiero mamá, aunque a veces no entienda lo que piensas y tú tampoco puedas hacerlo conmigo, el amor va más allá de lo que se puede decir o explicar...